De mutuo acuerdo
Empeñosamente
ilusionado en la presa
apagó luces,
encendió velas;
cocinó fantasías,
colocó tiernas flores
sobre la mesa;
de postre
declamó cursis poemas.
Para ella fue fácil:
Usó vestido de seda,
olvidó sostén y bragas.
Cerró los ojos,
imaginó que sí la amaba y ofreció su cuerpo en recompensa